lunes, 15 de septiembre de 2008

Yo Dona, Yo Ideal

Que alguna de vosotras, queridas lectoras, me defina el concepto “ideal”. (Ya estará la marisabidilla de turno con el bracito levantado como si esto fuera una canción protesta). Pues que se esté quieta, que me estoy poniendo mala. Servidora, cual María Moliner, tiene la respuesta: Fiesta Yo Dona en Homenaje a la moda española en Cibeles Madrid Fashion Week. ¿Cómo os ha quedado el ojo? ¿Cómo el de Naty Abascal con 7 litros de rimmel? Porque, ¿qué me decis de una Anne Igartiburu con un vestidito globo color fresa tomando su cosmopolitan sobre el capot de un Lancia color champagne? Caris, esa era la estampita de bienvenida al party. Un encuentro exquisito en un recinto donde nuestra revista de referencia había recreado una calle Mary Poppins style empapelada con cuarenta portadas diseñadas por los modistos más importantes de este país ¡Y colgando sobre paredes rosas! Porque, sí, Charo (Izquierdo), debemos ser superchulas y superdivinas ¡abajo el gris de las cifras económicas! ¡viva el rosa chicle! Vale que servidora ya llegaba sobreexcitada. Venía hiperventilando del desfile de Agatha Ruiz de la Prada, del que me quedé prendada por: 1) los pantalones con armazón globo 2) los tocados en torre de cajas de bombones 3) las piernas y cutis de la diseñadora. Agatha, por favor, tu secreto, ya. Estoy convencida que la misma marisabidilla de antes o otra cualquiera estará comentando que loo –por alabo- el físico de mi primera dama porque es eso, mi primera dama. Pues pocas de vosotras, reinas, tenéis las piernas que mi Agatha. Ahí queda. Y no sigo con la piel porque no quiero ser hiriente... Pero es que no sólo fue lo de Ágatha. Estuve acompañada de mi íntima Carmen Duerto, que es como Carole Bouquet en su físico y como Melannie Griffith en sus cambalaches stiletto-bailarina, con quien piqué en lo más alto. Os diré que María León nos espera en Pedro del Hierro para que elijamos prenda, mona que es la chiquita, y Elvira Rodríguez, que es lo más, nos reserva hora y mesa en la Asamblea. Esta semana no puede, tiene reuniones o no sé qué de la región pero, la que viene, nos hacemos unas tortitas y un Marie Brizard. Vamos que sí. Si hasta el embajador de Francia, Bruno Delaye, que mira que me gusta a mí esa melena que le perdonaba yo el 2 de mayo y la batalla fresera, fijate, nos prometió un pitillo electrónico de última tecnología que echa vapor de agua. Yo le dije “Espíreme señor embajador”, falta de nicotina que estaba, y se me rizó el cabello. Como la barbita de Carlos Díez se me quedó. Rollo fibra aislante. Carlos, te adoro. Y, allí nadie, salve decir, tenía la melena fosca. Lemoniez, engominadito; Duyos, con una sonrisa que me dedicó como el paseo de la fama, rapado; David Delfín, sin un tinte, gracias a Dios; el modelazo Rubén Sanz, perfecto y de punta; Schlesser, cortado a cuchilla y con camisa impoluta; Espido Freire, que no sé por qué tiene nombre de braga nautica, con raya en medio; Montesinos, con boina de ganchillo, o sea, gauche divine que es él; y Antonio Fournier, bañado de sol... Que, por cierto, este gentleman a punto estuvo en un desliz de romper la entente cordial que mantengo con Beatriz d’Orleans, en rojo oriental... Menos mal que Covadonga O’Shea limó asperezas... Una buena perla en un momento justo deja muda a cualquiera.

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