martes, 2 de septiembre de 2008

A la vida hay que echarle jeta


Contenta está Tita. La tienen como unas castañuelas. Vamos por Dios, que está de disgusto en disgusto, sólo falta que Sacha le eche un flema sobre el Mata Mua de Gauguin y te digo yo que Tita se nos pone mala. Pero, ¿qué le ha hecho la Baronesa a esa familia en ciernes aparte de decorar con la misma visión que José Feliciano? Borja organizando un fiestorro rollo “Viva el asteroide y el ron con coca” en el barco de mummy dearest aprovechando que ésta salía a comerse una fritura y unos boquerones en vinagre que le encantan, y, mientras, Blanca contaminando el Mediterráneo con esos mini bikinis de poliuretano y ese pecho de poliespán que, dónde está Berlusconi para taparle ese tetamen. Y lo que me pregunto yo: ¡¿Qué madre se merece eso?! No me extraña nada que Tita le haya dicho que “verdes las han segado” –menta, es muy de verde menta- en cuantito el niño le ha vuelto a pedir un nuevo chalecito que, al viejo, ya hay que fregarle el gres y da pereza. No sé de qué se queja Borjita. Le llega a tocar como padre Alberto de Bélgica y está de segurata de Prosegur en congelados La Sirena. Creo que el rey es un pesetero de válgame muy señor mío. Que se ha puesto flamenco y quiere comprarse un palacete en la campiña por dos duros. Ya le han dicho los valones: Miau. Y es que, cómo está la realeza. El Rey de Tonga se ha gastado medio presupuesto del país en su coronación y llevaba una capita de nylon imitación armiño que menuda mierda de presupuesto tiene ese país. Visto lo visto, el convite real debió ser una bolsa de chuches con un Palote, un chicle Cheiw y un cartuchito de escalofríos Pez. Todo caducado. Y ¿qué me decís de Marie Cavallier, la nueva princesa danesa, morreándose con su cuñado? Ella pensó que era tradición, como batir mantequilla y hacer mozzarella de imitación en barra, o sea, algo muy danés, y resulta que el príncipe le estaba dando un tiento como los que se dan en Tomelloso. O sea, universal. ¿Alguien lo entiende? Nadie. Igualito, igualito que Gonzalo Miró, en el mar, con Eugenia y su nariz ausente, bañándose con sudadera y capucha. Inexplicable. Y tonto. Tonto tontísimo. Y no es que servidora busque una explicación a todo. Mismamente, la familia monegasca no hay día que no esté descansando en una playa paradisíaca y ¿me habéis visto a mí alguna vez preguntar de dónde sale tanto cansancio? Estar todo el santo día pedo y fumando como Carrillo debe ser como cantar para Julio Iglesias: trabajoso, arduo, agotador. Por eso, Julio cobra a ese precio las entradas. ¿Tú sabes lo que le costó dilucidar qué hacer con esa mano sin sentido antes de darle ubicación entre tripa y tetillas? Un triunfo. Pero, claro, luego ahí gente que piensa que todo es regalado en esta vida. El gourmet suizo ése, ni más ni menos, que se fue sin pagar de El Bulli y todo el mundo pensó que se trataba del argumento de una novela de Agatha Christie. Pues, ¡qué va! Que, entre espumas, aires y polvos, le echó un poquito de jeta. Dura y sin ajitos ni perejil.

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