lunes, 28 de julio de 2008

I want to be famous


Bebo para hidratarme. Y para activar la circulación. La de la dermis. Lo necesito. Dos litros diarios. De vodka. Tras la ingesta, se me queda el ojito como a Shannen Doherty. Descompensado. Caído. Independiente. Pero lo mío es coyuntural. Lo suyo es como su perfilado labial. Permanente. Aún así, ella venga a protagonizar Sensación de Vivir, venga a dar el coñazo rollo quinceañera cuando Shannen, cari, ya estás gallineja y tus problemáticas vienen por tu prótesis de cadera… No te lo quería decir, que sabes que te quiero mucho, pero es que me has puesto cardiaca. El caso es que, a su vejez y con el ojo mirando pa’ Cuenca, de piscina en piscina va por toda la orilla, con la falda remangada y enseñando la pantorrilla. Y yo, aquí, con la piel desinfectadísima gracias al alcohol, pero sin televisioncita que me alumbre. O sea, aún por descubrir, ignota y desconocida. ¡Por Dios, un programa para septiembre! Desde aquí, a quien competa, estoy dispuesta a que Risto me vomite encima si es necesario, pero que me den un programa. No hay derecho que Paquirrín, con esa tripa, con ese entrecejo, con esa mirada pequeña y perdida, con esos bracitos también pequeños y perdidos, vaya a convertirse en estrella de las pistas de baile y que servidora esté como Rania, gastándose el producto interior bruto de Jordania de Zara en Zara y me tiro en H&M porque me toca. Que tengo a mum preocupadita perdida. Que el otro día la pillé comunicándose con la suegra de Amy porque ambas dicen que no hacen carrera de nosotras. Conmigo, por mi insatisfacción televisiva. Con Amy, por su afición al Tenn con bioalcohol que, bien mirado, es biodegradable y, eso, les tendría que reconfortar porque lo que le gusta a Amy el medio ambiente no lo sabe nadie. Pero ¿Y lo mío? Llamé a Camyno y la tranquilicé porque estaba a punto de meterle dos tortas a un recién nacido que tenía a mano. “Tú, cálmate, cari, que tu suegra, si hasta ahora estaba cieguecita como una topa mientras tú te comías el brezo y el mantillo en busca de nitrito monosódico, tampoco es que ahora, de repente, se vaya a enterar mucho… Ahora bien, solucióname lo mío. Dame un poquito de aliento”. Me lo dio y caí fulminada. Como una chinche. Nanosegundos antes de perder el conocimiento intoxicada descubrí que ella, aún sin cantar, puede tragarse una cerilla y flambear al respetable en pleno concierto y queda precioso pero es que yo soy rubia… No puedo salir anunciando un tinte color chocolate como Pe, que mira que es feo y sin sentido ese tono… Me falta autoafirmarción, aunque determinación tengo. Estoy segura de que si llegara al estrellato tendría muchos peajes que pagar. Qué sé yo… Taconcitos per secula seculorum, rollo peep toe Letizia stile o tacón corrido tipo Sarkozy, que hace el juego del tobillo una cuarta más abajo de la rodilla… Una separación en ciernes como la de Arianne Artiles/Fonsi Nieto por un quítame allá esos cañotes de la ceja o tipo Madonna/Guy Ritchi, que me cuesta saber quién es él y quien es ella pese a que el hermano de la reina del pop diga que para reina él… Incluso, estaría dispuesta a que me sacaran una leyenda negra, como a James Stewart de quien, dice, que detrás esa carita de oveja, se ocultaba un lobo hambriento y estepario… Me da igual. I want to be famous. Lo único que me da miedo es el efecto rebote también llamado Ronaldo. Mira que si consigo la fama y luego engordo sin sentido y me sale el cabello afro.

viernes, 25 de julio de 2008

Endogamia musical


Cómo odio sentirme desplazada... Decía Marilyn Monroe que estar sola era como ir a una fiesta en la que nadie te hace caso. Yo, la verdad, la soledad no la conozco. Todo el santo día tengo a mum y a la caniche acolgajadas a la chepa. Pero, eso sí, que ni Perry me dirija un insulto siquiera en una fiesta de guardar es mi pan de cada día. Y el desodorante, conste, no me ha abandonado. Gasto frasco y medio de Farala a la semana. Mi higiene íntima es vox populi en el portal, no os digo más. Mi problemática es que no pertenezco a ningún círculo. Y esto me pasa porque el día que explicaron en el cole el tema de los conjuntos, la unión y la intersección, yo estaba comiendo plastilina y no me enteré. Vomité sin más. Total que, desde entonces, soy una excluida social y, con el mundo del reality y la serie nacional tal y como está dominando los saraos, no es que se me pisotee, se me golpee o se me desprecie, es que ni se me mira. Reniego de la endogamia. Reniego y reniego. Que si los de Fama con los de OT. Que si los de OT con los de Jesucristo Superestar. Que si Jesucristo Superestar con los de El Internado. Que si los de El Internado con los de LaLola. Que si los de LaLola con los de Hospital Central. Basta ya por Dios, basta ya. Me saqué una teta de la desesperación, fíjaros lo que os digo. Pues nada. Me saqué la otra. Y más nada aún. Pensé en seguir y que un guardia se seguridad me detuviera por mi repulsa nudista a esta retroalimentación y proliferación de teenagers que solo se besuquean, se soban, se cortan el pelo sin sentido y su vida es un canto al nylon. Pero no quise aguar la fiesta. Anoche, se celebraba la bajada del telón del musical basado en las canciones de Mecano, Hoy no me puedo levantar, aquel que comenzó con una pira funeraria con Nacho Cano como protagonista aprovechando el material inflamable de su cabello. Que digo yo que, a falta de Nacho, que creo que corrió Gran Vía abajo como un poseído, lo de Edurne también habría valido. Con lo mona que es esta chica, ¿por qué se hace eso? Y ¿por qué combina ese rubio con dorado? ¿Por qué? Me cuesta tanto olvidarlo... que cantara Ana Torrija, perdón Torroja. Y lo mismo me ocurre con Valerio Lazarov, que me flipa Valerio, vaya por delante, pero, esta disyuntiva me tiene loca: ¿Cómo consigue tener el rizo teñido en las puntas? Y no me digáis que es que le crece la raiz plateada porque no. Ese es un efecto premeditado... Que hablando de premeditaciones, Olga Viza no había considerado que el rayón de su blusa con corte asimétrico sin explicación le iba a clarear y se le iba a ver la copa. Con relleno. Ay, Olga, tanto informativo tanto informativo, ¿pa’ qué? ¿para que después nos pongamos un suje color visón? Y otra verdad que os voy a contar: la corbata azul no pega con un traje color pizarra. Y me diréis: Evidentemente. Pues decídselo a Angel Rojas y a Carlos Rodríquez, los del Nuevo Ballet Español, que, como son iguales y siempre van juntos, les veo como una única entidad, porque deben estar en la Luna. Jesús Hermida no viajó a ella en el 69 pero casi. Su tupé llegaba a las estrellas y nos narró el gran salto para la Humanidad y el pequeño para el hombre. Corrí a comentarle cómo fue posible que Amstrong no se pusiera unos peep toe como los de Doña Letizia para inmortalizar aquel momento como Dios manda pero, antes, quedé paralizada. Mónica Aragón con un vestido de rebajas de Zara a 19.95. ¡Como el mío!

En Italia y con hombreras

“Agárrate a la silla: María Rosa, con hombreras, en la Embajada de Italia?” “¿Qué?” “Lo que estás oyendo”. “¿Hombreras? ¿Ante el cuerpo diplomático transalpino?”. “De bola y rollo jugadora de rugby?”. “Me has dejado muerta y ¿ahora que hacemos?”. “Interceder, mari, interceder”. Ésta ha sido la tónica de las conversaciones que me he visto obligada a mantener telefónicamente hablando con toda aquella a la que le importa España y no quiere verse inmersa en ningún conflicto internacional, expulsada de Capri como “amica non grata” o declarando en la ONU ante tal dislate. Y menos mal que el resto era mono: organza fucsia. “¿Con el cabello en caldero?” Os preguntaréis. Y, sí, eso agrava aún más la situación. Porque os habéis dado cuenta del alcance: la gran bailarina de la danza española, aquella que castañeó como una loca en las Rusias, ¡con hombreras de bola en la Embajada de Italia! No es moco de pavo. En la tierra de Armani, de Valentino, de Gianfranco Ferré... de Versace... Por eso, estoy escribiendo una carta a Donatella. Ella es de las que tiene este tipo de confusiones. Su rimmel es un ejemplo y, quién sabe si puede pedirle a Silvio Berlusconi que no se lo tenga en cuenta. “¿Y Marili?” –esta es la segunda parte de las conversaciones que mantengo-. “¿Marili? Nacarada”. “Ah, bueno, es tendencia en uñas...”. “Nacarada toda ella”, suelo especificar. Vosotras, siguiendo con las disyuntivas, diréis: “Y ¿qué hacían ambas en el domicilio de Pasquale Terraciano, embajador, a sazón, de Italia, y con un traje antracita de un tejido para quedarse extasiada?”. Asistir a una recepción en honor del polifacético Renzo Arbore, un artista que convierte en oro todo lo que hace. Si fuera neurocirujano, para que os hagáis una idea, sería como José Luis Moreno. Más delgado. Lástima que la organizatriz del fiestorro estuviera a por uvas y la italianidad no se haya enterado como es debido de su presencia. Ni Carlotti, ni Vasile, ni siquiera Lecquio, con la de recuerdos que le debía traer a él este palacete bombonera donde, en sus jardines, hace 17 años, conoció a una joven vivaracha llamada Ana García Obregón. Estuve por preguntarle a Consuelo Berlanga “qué pasó con” ellos pero la ví liada con un hombre rubio como la cerveza y no quise importunar. Bastante tenía yo también con las presentaciones que les hacían a los embajadores y a Renzo en el besamanos. Que Paola Santoni era una gran actriz... ¿Dónde? ¿En la Isla de los Famosos? Gran, vale. Porque grande, nenas, lo tiene todo. De hecho, mejor que no te dé con la mano vuelta... Entendéis ahora por qué me quedaba muda y en el sitio. Habría gritado si alguien hubiera dicho que la camisa de Victor Ullate tenía un precioso estampado desvaído pero, Grazie a Dio, hubo discrección al respecto. Tanto es así que Diana Navarro, en verde esmeralda y cabello pasado de henna, pasó sin pena ni gloria. Emma Ozores y su bolso de poliuretano estuvo a punto de romperla pero, si nadie fue capaz de decir ni mú a Lydia Lozano con la que montó con ese figlio dell’Italia que es Albano, ya ves tú esa nimiedad plástica. Che forte... Con el pollo del Yleniagate y aún se permite apretarse unos tagliatelle, así, tan fresca. Ahora que lo pienso, María Rosa puede dormir tranquila. Todo se olvida.

lunes, 21 de julio de 2008

Entre pavas y pollos

Ya le he dicho yo, que no tengo ganas. Que soy su amiga. Que la quiero mucho. Que a nadie le he dejado yo mi epylady nada más que a ella, pero que me acabo de hacer las uñas. Que Julián me la pela y que como me venga a dar otra vez la coña con que hay que hacer limpieza para cuando salga de la cárcel, que si hay que blanquear y con el Scoth Brite pa’rriba y el tenn con bialcohol pa’bajo, te digo yo que cojo a La Panto de una patilla y le monto el mismo pollo que Anne Igartiburu en cuanto le mencionan lo del torero. Que eso le pasa a la presentadora por pelar la pava de plaza de toros en plaza de toros. Que no se morree. Así, se acabarían las especulaciones. Ya se lo digo yo a mummy: si fueran amigos y residentes en Madrid, segurito que iba a aguantar a las 5 de la tarde seis toros un día sí y otro también , viendo cómo la amarillea la mecha con este sol de justicia. Por un amigo, una se toma una coca –que luego hablamos de este tema y Jaime Martínez Bordiú- o se pinta el ojo com Yasmina Kahn, por dentro, todo un riesgo con esta calorina y con ese estiramiento facial, pero jamás, jamás, pondría mi cabello en peligro. Yo, antes, muerta. Pues, menudo genio tiene la vasca. Tanto rollo rosa bebé y “Hasta luego, corazones” y le hacen dos preguntitas íntimas de nada, y se pone del hígado... Y hablando de pollos y pavos, que me encanta el anuncio de Fiat 1.) y 2.) que Pamela Anderson se haya hecho pollera. Pollera y asadora. Ha puesto una granja para la cría avícola y una red de hornos para su cremación y venta subsiguiente. Ella se planta un mandil y una cofia y ofrece muslo o pechuga. Lo que sabe la tía de marketing y publicidad subliminal... Y, además, no engaña. Es evidente que comparte sus hormonas con sus aves para la explotación. Esos labios perfilados responden a una hormonación severa. Yo, todo lo que sea una buena pastillaza y una buena inyección, lo veo muy bien. Y como os comentaba anteriormente, Jaime Martínez Bordiú, también. Confiesa que fue adicto y que lo ha pasado muy mal ocultándolo. Rey, mal, lo que se dice mal, no sé yo qué decirte porque jamás te he visto yo un pelo sin gomina. Servidora, en cuanto le duele un padrastro, se abandona física y estéticamente. Eso es un signo bastante notorio de pasarlo mal. Belenchy Esteban también se ha abandonado. Y bien. A los vicios de la carne durante su luna de miel. Vamos, que ha tenido tiempo, no sólo para montar sus buenos pifostios, si no que, con la vena del ojo tililando, de lo uno vino se fue a lo otro y está, supuestamente, en estado de buena esperanza. ¿Qué esperará? Ella, no sé; yo, un disgusto como Virginia OT gane el susodicho concurso. Es igualita igualita que las gemelas de Tita Cervera. Como mala. Como con el moño tieso y ojos de loca. Con lo que me gustaba a mí Esther. O Sandra. O Iván. O Reke. Estuve en su concierto madrileño y flipé. Qué vozarrones y qué tamaño. Son pequeños, chiquitos... Cuando digo este palabro sueno a culebrón, como Ingrid Betancourt de la que, por cierto, debo comentaros algo. Sonaré perversa, incorrecta, de mal gusto, pero, esta mujer, después de tanto tiempo secuestrada, ¿no tiene gana de quedarse en casa un ratito? Todo el santo día por ahí con su trenza, qué se va a poner mala con tanto trajín... Pues ella, no. Ella, hasta que se canse.

martes, 15 de julio de 2008

Madrid/Paris era una fiesta

J’etais très desolée. Menos mal que se me pasó enseguida. Quelqu’un qui m’avait dit, en concreto, mí íntima Teresita Zueco desde París, que a Carla Bruni, la última reina italiana en tierras francesas, le era imposible acudir. Que, con esto de que acaba de sacar disco, se la acababa de encontrar –y esto es exclusivísima- en su centro de beauté para destruirse ambas la dermis con oxígeno puro inyectado y, de esta manera, por la reconstrucción celular subsiguiente, conseguir una epidermis en plan batracio pero hipertersa. Hélas! grité, que soy muy de la comedie française y un pelín barroca. ¡La reine des citoyens francaises no presidirá la Toma de la Bastille en pleno coeur de la citè de Madrid! Así y con todas sus comas si es que hubiera alguna. Pues, ¿sabéis lo que os digo? Que lo que me alegré de su ausencia y lo que me gustó a mí escuchar a Bruno Delaye, embajador de los galos en Espagne, cantar a voz en grito la Marsellesa con esa melena leonina platino y ese aspecto de fornido personaje de Goscinny. Mucho más emotivo que la vocecita de camionera de la piamontesa y su guitarra acústica en plan Joan Baez pero sin bigote. Si una es cantautora hay que estar a las duras y a las maduras, n’est-ce pas? A lo que iba, que bravo por el embajador. Por cierto, quedé rendida a sus chaussures cuando me robó mis wayfarer blancas y quedró la cadera. Era la ensoñación de toda fans de Johnny Hallyday y su “Souvenir, souvenir”. Y fans éramos cinco: Carmen Duerto, sa fille Nerea, Beatriz Cortazar y Antonio Fournier, con un tono broncíneo rollo Sorrento de morir. Éramos la sal, el perejil y la mostaza dijon de todas las salsas. Talmente Catherine Deneuve, Isabelle Hupper, Sophie Marceau, Carole Bouquet y Alain Delon hablando de haute couture con la misma soltura con la que glosábamos a Simone de Beauvoir o despellejábamos o, mejor dicho, descabellábamos a Alvarito de Marichalar y su tono chocolate capilar. No había quién no se nos acercara. Desde Elvira Rodríguez, Presi de la Asamblea, con quien departimos sobre la eterna lucha homme-femme, a Juana de Azpiru & troupe, que es rollo Amy Winehouse pero fucsia, pasando por Soledad Lorenzo, con sus 120 divinos gramos en canal, o Jaime de Marichalar que, pese al brillo de sus zapatos de tafilete, su frente herida no nos dejó indiferentes. A Marisa Paredes, en cambio, la perdimos la pista, algo imposible de conseguir en cambio con José Fidalgo, líder de CCOO, y uno de los hombres más altos que conozco. Lo que me hubiera gustado ponerle en un lateral a Octavio Acebes para ver el efecto... Sé que no sería correcto ni diplomático pero, nenas, qué diver. Tan diver como atractivo Grande Marlaska. Ummm. Sabino Fernández Campos me habría llamado la atención seguro, lástima que no hiciera lo mismo con Carolina Tieu, dos fiestas, dos embajadas y un mismo vestido terrible. Y Marta Chávarri ¿tan fresca? Qué fuerte...

lunes, 14 de julio de 2008

La tiranía de la juventud

Estábamos en Embassy mis íntimas et moi el otro día tomando un carajillo y unas navajitas al natual cuando, de repente, zasca, entra un modelazo espectacular. Era Cameron, el partner de Almudena Fernández, y embajador de Triball. Estaba que crujía, para morirte, cagándote por las pencas, cual Bárbara de Braganza de la que, pobre, se cumple el no sé cuántos aniversario de su muerte con esta bonita imagen. Algo que, como todas habéis podido comprobar, la Infanta Elena, a sazón descendiente de la reina portuguesa, celebra vestida en rojigualda, que hasta en la trenza no le falta detalle patrio. Lástima que su ex consorte prefiera el gris marengo, por eso es ex, claro, sino, seguro que hubieran seguido juntos. Porque otra cosa no pero, que los complementos y/o consortes te combinen y te hagan juego, es importantísimo para una mujer deportista, dinámica, atractiva y, sobre todo, española. Pero a lo que iba, que el chiquito escultural tenía unas espaldas como un velero portaviones, un color broncíneo, un pechobruñido con cincel, un todo, en definitiva, que nos quedamos todas muertas. Muertas, la verdad, no sería la palabra. De hecho, entramos en actividad. Yo no sé si eran los colmillos, las navajas o los corchetes de las fajas las que me cegaron. En dos nanosegundos nos convertimos un puñado de zorras traicioneras y hambrientas, que allí, dicho sea de paso, nadie dejó ni el caldito del aperitivo gallego… Dentro de mí se alzó una voz, la misma que tendría que haber salido de Roberta Briatore cuando los Agags se les pegaron como lapas a ella a su recién esposo en su Luna de Miel: ¡No! Fue rotundo, sonoro, autoritario inclusive. Era un no a la tiranía de la juventud. “Queridas, ¿qué estamos haciendo? ¿qué estamos haciendo?”. Ellas me miraron atónicas como si estuvieran en el campo de fútbol del Almería y se acabara de echar al césped una María José Campanario en pantalón corto y en tobillo firme y grueso. “Somos amigas, somos mujeres en toda su plenitud, mujeres con experiencia, bellas por dentro y por fuera, que merecemos un hombre de verdad, un hombre hecho así mismo. ¿Queréis convertiros en unas Peret cualquiera, y no lo digo por nuestros problemas de alopecia o de cabello frágil? Él ha dejado a su esposa por una jovencita de 19. Guy Ritchi está a puntito de dejar a Madonna aunque ésta, la pobre, sólo coma vitaminas y no se quite el calentador de felpa ni para acostarse. ¿Queréis hacer lo mismo? ¿Con vuestros hijos, vuestros maridos, vuestras madres?”. Ahí me quedé privada. Las palabras se me entrecortaron. Mientras pronunciaba “madre”, en mi mente, mi subconsciente sentaba sobre una balanza a mummy dears por un lado y al modelo internacional por el otro. Era como contraponer a José Luis Moreno y su bañador malva y al joven actor de Escenas de Matrimonio y su minislip D&G, que aunque parezcan hijos de especies distintas han pasado un maravilloso fin de semana en un yate y el pobre vehículo iba descompensado con esos pesos desiguales. Aprovechando la confusión general y la mía en particular, una parte de mí comprendió que era el momento de dar un golpe de mano. Es lo que tenemos las locas bajitas. Sólo tuve que extenderla y golpear lo que ocultaba su jean lavadito a la piedra. El de Cameron, digo. Y debo decir que ese culo respondía a las expectativas. Ah, y que mis amigas me odias. Ya les dije, en la guerra y el amor, todo vale.

domingo, 6 de julio de 2008

Cultura de verdad

Tengo a María Jesús y a su acordeón comiéndose la cutícula de los nervios. Dice que, después de que Rosa León, autora de “El brujito del Gurugú”, haya sido nombrada jerifante del Instituto Cervantes, ella, con “Los Pajaritos”, que dónde va a parar, y que, como poco, Secretaria de estado de Cultura, como Luis Alberto de Cuenca con su “Caperucita feroz”. Pues también es verdad. Y lo que digo yo, qué gusto ser estrella de la canción moñas. Melody, dentro de unos años, quién sabe si la vemos candidata española a la UNESCO. En cambio, cuando a una le da por ser cantatriz rockera y hacerse unas bulerías por AC/DC, le dicen que canta con las ingles, no hay derecho. Como la pobre Sandra de OT, a la que Risto, al que ahora maquillan frente en exclusividad, le comentó que lo suyo era inguinal, que no vocal. Y no sé ni cómo se atrevió. Supongo que como la mixomatosis conejil le ataca, cosa que salvaguarda con cristales ahumados se lo permite, porque la cordobesa tiene pinta de enviarle a cuatro amigotes, rollo Ana Obregón, y dejarle hecho un cromo, rodarlo y enviarlo rollo spot en Youtube. Mi íntima Mó Touron que me la encontré en otro día en Jaime Mascaró para hacerse con unas sandalias con tacón corrido, me dijo que lo adora aunque, si ella es de alguien, es de Ángel Llácer. Servidora, aussi. Y que Iván tiene punto. Lo adoptaremos, me imagino. Somos tan maternales y tan nuestras… Hablando de tacón corrido, las juergas que se corre Amy Winehouse no tienen límite. Ya le dije el otro día en Rock in Arganda: “Camyno, no puedes seguir así”. Y ella, sin contestar, con el oxígeno, que, para mí, le echó un anís Chinchón vaporizado. Y, menos mal, porque tenía morros de ponerse a quemar tiendas de campaña y no parar. No entiendo cómo a esta chica en cuestión de semanas pasa de la cárcel a un enfisema pulmonar, luego pega una chufa a un fan, que si saca un diente y se tiñe de rubia, que si tiene una enfermedad en la piel incurable porque el ph neutro se lo pasa por el moño, allá en las alturas... No descansa. Como Rosa Díez, que con esa melena, debe terminar con la columna hecha una breva. Qué peso y qué espesura. Quien podría descansar es la Selección. Qué aburrimiento. Qué pesados, por Dios. Que se queden en casa ya depilándose las cejas. Eso, por cierto, debió ser lo mismito que pensaría la Sra. De Bono cuando viera el vestido color salmón de Elena Tablada en la boda de su hija. Por qué no se habrá quedado en casa pasando la mopa con esas gasas, esos encajes de polietileno y ese rimmel azul. O eso, o exclamó ¡manos a los bolsillos! rollo María Escario ante un grupito de ecuatorianos que qué más da que fueran embajadores o empresarios, porque si alguien va vestida así es tiene intenciones delictiva. Vestida como Yolanda Flores en la boda de la Esteban desnudó su alma de asesina múltiple o de obrera de un alto horno porque, con tanto nylon, funcionaría sin necesidad de combustible de la energía estática que debía generar tanta fibra. No me extraña que, con esas confecciones, Anne Wintour repita vestido. Se sabe protegida por un buen retal. Eso sí, ¿tres veces en una semana? ¿una directora de Vogue America? Esa melena a lo Príncipe de Beckelair, qué oscuras razones esconderá… Es que un peinado sin sentido no nos puede traer nada bueno… Guti y Arantxa de Benito, por ejemplo. Esa casa desprende malas vibraciones…

jueves, 3 de julio de 2008

Pasodobles y hamburguesas


“Dear Anne, te participo que el próximo jueves tendrá lugar en nuestra residencia un ágape genuinamente americano con el que celebraremos a la luz de la luna el Dia de la Independencia de los Estados Unidos. Yours forever, tu íntima Tere. Dress Code: vaquera chic con los colores de nuestra bandera”. Ideal, don’t you? Así, me invitaba mi querida embajadora a la fiesta más total que he vivido últimamente. A saber: hamburguesas, pasodobles, muffins XXL y mojitos. ¿Cómo las barbacoas en el jardín de las películas? Pues igual, pero en las terrazas de su palacete con puerta a Serrano y la Castellana. Repito, ideal. Eduardo Aguirre y Teresa sí que saben. Para mí que los americanos llevan en la sangre organizar unos Oscars o cualquier cosa en su defecto. No les faltó detalle. Cantante country, soldados, Starbucks... Si hasta el embajador se había cosido las banderas y los escudos de España y Estados Unidos en sus botas de cow boy, en las que previamente se había remetido sus vaqueros con su hebillaza dorada. Y a lo que había que sumar sombrero texano y pañuelo patrio al cuello. De esta guisa, recibió hasta al lucero del alba, si por lucero se pudiera entender, claro, a la ministra Elena Salgado que, como es rubita y con lo mismos ojitos cobalto de Rebecca de Mornay, resaltaba entre el millar de invitados. Eso sí, se pasó el tema del vestuario por el moño. De rosa palo –esa falda, ministra, era delictiva- y con salones morados. SorayaSáenz de Santamaría- estuvo mucho más acertada con su cuello halffter en blanco y sus espectaculares plataforma rojas. Lástima que su vestido de seda se lo hayan imitado en Zara. A 59,95, hay que ver. Alyne Romanones, otrora espía, también pasó. A ella, códigos... Harta se quedó de mensajes secretos y walkies talkies... Se plantó un tailleur negro y una blusa rayada muy años 50 y, la bandera, en el corazón..." Los que lo tenían más fácil eran Zaragoza Soto o Sanz Roldán, jefes de todos los ejércitos y con uniforme, que da empaque, color y, para toda fémina, es irresistible. Y las canas, como las de Enrique Mújica, también. Las camisas grises arrugadas con rodal Camacho style, en cambio, nos recuerdan el wipp express de la cotidianeidad. Y llegar tarde, tampoco es nada diplomático. El juez Garzón debiera saberlo. Pero que no se preocupe, los americanos son muy campechanos. A mí, en vez de “Soy española” me daban ganas de cantar “Io voglio fa’ l’americana”.

martes, 1 de julio de 2008

Más grande que el bodorrio de la Esteban


“Señor agente, ¿Qué ocurre?” “La marea roja, señora. Vaya despejando”. “Dios mío, una plaga de algas en pleno Serrano. Dónde vamos a ir a parar con el cambio climático y esta crisis pertinaz”, me dije. Estaba alarmada, más de veinte cuerpos policiales, a las puertas de Zara, con sus furgonetas y sus porras –y qué porras-. Qué grave tendría que ser el dislate ecológico para que hubiera que custodiar este templo de la moda. Aún así, como el movimiento verde me la pela, seguí mi camino. No obstante, a medida que iba taconeando Golden Mille abajo, un fragor ensordecedor me fue atolondrando el cardado. Los gritos venían desde la esquina con Goya. “Quizás esta situación medioambiental ha puesto a Loewe en la pictoa. No hay mejor momento para unas compras que un buen Apocalipsis. Todo al 50%”, pensé. Tenía el corazón como el de Palito Ortega, contento. Tanto fue así que, sin percatarme, la susodicha marea me engulló. Todo se volvió rojo. Caí ensordecida. Era algo así como “Oéoeoéoéoé”, el sonido gutural que efectúa el macho dominante antes de comenzar un cortejo. Era la masa. Toda roja. Toda nylon. Miles de personas, como en la Invasión de los Ultracuerpos, la componían. Y Colón era su destino. Unas quinceañeras me volvieron en sí. Difícilmente, con sus brackets, sus caritas pintadas y unas banderas con toros Osborne envueltas a modo de pareo, me explicaron que: 1) España ha ganado la Eurocopa; 2) España no se acaba donde empieza el mar, que hay barcas pa’ seguir; 3) los jugadores están todos buenísimos (¿También Sergio Ramos?); 4) estaban aterrizando en Barajas; y 5) Viva España. “¡Viva!”, grité. Y, enfervorecidas, poseídas, locas, por el instinto patrio, nos cogimos por los hombros y coreamos ese rugido embriagador “Oéoeoéoéoé”. Cántico que variamos luego a “A por ellos oé” y, después, a “Po-de-mos”, que es un grito de guerra rollo coitus interruptus. Y no estábamos solas en nuestro desenfreno. “España ra ra ra”, “Sí, sí, sí la Copa ya está aquí” o “Campeooones” se oían por todas partes. Partes cálidas, por cierto, porque ¡qué calor! Tanta fibra y tanto roce subía la temperatura que daba gusto. Gusto y lipotimias, para ser exactas. Era como la selección natural del aficionado. Y la cosa se ponía peor cada vez que a alguno, con un gorro de bufón bicolor, camiseta de poliespán, globos, una pancartita que rezaba “Calle de la madre que parió a Casillas” y una tripa que daba pánico, le daba por gritar “¡Que bote Colón, el que no bote, maricón!”. Y, venga a botar, que una es española y heterosexual como la mujer morena de Romero de Torres. Hasta con bigote. Como Freddy Mercury, del que oímos su Were are the champions cerca de 785 veces para hacer tiempo mientras esperábamos a los 22 de Aragonés. Y la espera fue larga. Merche, la cantante, que luce unos ojitos de vaca totales, hizo lo que pudo para amenizarla. Como Dover y sus teñidos o Chenoa y sus extensiones, del mismo material que las banderas a 5 euros que se vendían en los bajos de las torres de Bankinter. Por fin, a las 20.34 horas, el equipo hizo su aparición en la Castellana mientras, la patrulla águila pintaba el cielo de los mismos colores que las aficionadas pintábamos el asfalto. Colón era una fiesta. ¿Más grande que el bodorrio de Belén Esteban? Más. El bus oficial era como un concierto de rock móvil en plena apoteosis, con la Selección en el papel de los Rolling enardeciendo a la afición con Fábregas ondenado la bandera nacional y Torres y Casillas alzando la copa. Estaban todos bailando, saltando, tomando cubatitas y gamberreando, en fin. Y la juerga se trasladó del bus al escenario casi sin darnos cuenta, o sea, con la misma facilidad que servidora perdía el suje, que se pasaba del desmadre al recuerdo emotivo a Genaro Borrás o que Reina demostraba sus dotes de showman. Él fue el encargado de hacer un repaso a toda la plantilla. Sólo le faltó presentar a la quintaesencia de la españolidad: Manolo Escobar cantando “Por eso se oye este refrán/ Que Viva España/ La gente canta con ardor/ Que Viva España/ La vida tiene otro Sabor/ Y España es la Mejor”. ¿El rimmel? En la canilla.