miércoles, 4 de marzo de 2009

Esperando a Godot. Perdón, a Pe.

Una fiesta sin Pe, no es una fiesta. Mira que me gustaría ser más condescendiente pero, nenas, no puedo. Soy kantiana, de cuerpo y de mente. O lo que es lo mismo: que en una mano llevo la verdad y en la otra, la Virgen del Rocío. Ésta en mi máxima actual: “después de Pe no hay nada”. Y no hay quien me apeé de burro. A veces, fíjate lo que te digo que me doy miedo cuando llego a estos axiomas. Porque, no sé si os habéis dado cuenta dado que sois profanas en esto de la filosofía y del concepto pero, os estoy esbonzando la Ley del agujero negro de Pe y me asusto porque me veo cual Stephen Hopkins, con el pelo graso. La historia es que tal que así: “Pe todo lo absorve y todo lo devora porque Pe es lo más en el universo”. Anoche, por ejemplo, no estuvo en los Fotogramas. Pero dio igual. Físicamente, no estaría pero, espiritualmente, ni el rimmel de Hugo Silva estaba más presente y eso fue presencia y persistencia. ¿Le saldrá con un simple tónico desmaquillante? Qué profundidad de ojo y de mirada... Qué buena calidad de eye liner... Me gustó porque el muchacho lucha contra la crisis con carboncillos Staedler. Y es que, pese a la Ausencia, así, con mayúsculas, no había quien no hablara de Pe. No en vano, su oscar es de todas nosotras y ella demostró con su dedidactoria que es “superbeia” por fuera, gracias a su cabello chocolate y su sombra de ojos caldero, y “superbeia” por dentro. “Bella” no, “beia” que, queda así, como con sílaba arrastrada, como dejado caer, como “beia”, para qué os voy a dar más explicaciones... Y ¿porqué no vino Pe? Porque los Fotogramas este año se han pasado los Goya, los Oscar, los Spirit, los Bafta y hasta al Centro Cultural de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes por el forro del braga tanga. Así. Y debo decir que ¡Viva la independencia! ¡Viva Jaime Rosales! Ya está bien de seguir las tendencias que marcan las Majors ¡Viva el coletero de felpa azul turquesa! Vamos que, “Camino” nunca se debió estrenar y Pe tendría spinning y no podría venir, ponerse una batita y darse un voltio por Joy. Tuvimos que aguantarnos con Ana de Armas que, la muchacha, no debe tener casa y no para ni por un centro de acogida. ¿Cuántas salidas hará la chiquilla a la semana? Y con Belén Esteban. Perdón, Rueda. Es que va tan rubia y con cada filamento, que no cabello, teñido de una gama de dorados tan dispares, que las confundo. Ella, Rueda, es guapa y delgada y lleva Carolinas Herrera como la que lleva un kleenex pero, qué pesada es... Pasé de ella, ni la esperé. ¿Pa’ qué, si siempre es igual? Además, ya tenía a Maribel Verdú, la mejor actriz según la revista, vestida en hueso y espejos por Alberta Ferretti y a Carmen Elías, de seda oliva de Cortana, quitando el hipo porque ella, ya se había quitado el suje, ambas, en mi retinta y/o subconsciente. Subconsciente al que agredo también, la verdad. ¿O es que deleitarse con el tacón cubano de Paco León no es para tener pesadillas? ¿Y el caoba de Juan Diego? ¿Y la henna de Pilar López de Ayala a juego con su Versace azabache? Lo es, claramente. Menos mal que una ya tiene el ego y el superego dominadísimos y es capaz de mantener sin pestañear la mirada con El Duque, o sea, con Miguel Ángel Silvestre, aunque él la tenga confusa. Y la piel, azafrán. Cómo será que ese color naranjoso me tiene loca y muero por comerme una paella y chuparle los dedos...

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